viernes, 6 de mayo de 2011

BIOCOMBUSTIBLES. ¿SON REALMENTE ECOLOGICOS?

En estos últimos meses mucho hemos oído hablar de los biocombustibles, debido principalmente a que diversos países de la UE como es el caso del Reino Unido y Francia han lanzado una campaña en contra de ellos, aludiendo que su fabricación no es del todo lo sostenible que debiera. Pero…. ¿Qué son en realidad los biocombustibles? ¿De dónde proceden? ¿Cuáles son los más importantes? ¿Es cierto lo que manifiestan muchos expertos, expresando que tienen consecuencias negativas y un gran impacto ambiental?

Etimológicamente hablando, la palabra biocombustible sería un combustible de origen biológico, pero se tiende a definirlo como cualquier tipo de combustible que derive de la biomasa, organismos recientemente vivos o sus desechos metabólicos.

Existen diversos biocarburantes pero los más desarrollados y usados a día de hoy y a nivel mundial son el biodiesel y el bioetanol. Este último, se produce por la fermentación de los azúcares contenidos en la materia orgánica de las plantas y se obtiene a partir de la remolacha (u otras plantas ricas en azúcares), de los cereales, del alcohol vínico o de la biomasa. En cambio, el biodiesel se obtiene por la transesterificación de trigliceridos (aceite) es decir, por la combinación de aceite vegetal con un alcohol ligero. El aceite más empleado es el de colza, pues es la planta con mayor rendimiento de aceite por hectárea, aunque también se pueden utilizar aceites usados (por ejemplo, aceites de fritura).

En un principio, viendo como se originan estos biocarburantes, apuntaríamos sin lugar a dudas que se trata de una energía renovable que no contamina y que todo ello daría lugar a clasificarla como una energía verde.

Pero la realidad, a mi juicio es muy distinta; no podemos ni debemos catalogarla en estos momentos como energía verde. Para basarme en esta afirmación, mantengo una simple conjetura. Realizando un balance energético de la producción de bioetanol, obtenemos dicho balance en negativo, la explicación es simple y concisa. La cantidad de energía consumida directamente para procesar el etanol es mayor que la energía derivada de este, es decir, la energía utilizada para hacer funcionar toda la maquinaria que conlleva la producción y elaboración del etanol, obtenemos que el combustible fósil utilizado es mayor que el adquirido. Para que todos lo entendamos: para generar un litro de etanol, se requiere quemar casi dos litros de gasolina.

Si a todo esto le unimos finalmente la tala indiscriminada de inmensos bosques primarios y selvas para beneficiarse de tierras de cultivos para la elaboración de biocombustibles, lo que logramos es justo lo contrario de lo que aspiramos conseguir. Los bosques y selvas limpian más el aire de lo que lo hacen los cultivos que se van a implantar en su lugar.

En resumen, el balance energético no cuadra. Se trata de la obtención de biocombustibles que emiten más cantidad de gases de efecto invernadero que algunos combustibles fósiles. Es rudo exponerlo de esta manera, pero acabaríamos emitiendo más CO2 usando un coche de los que se designan en la actualidad como “verdes” que otro que utilice la gasolina SUPER de toda la vida.